Jacareí, 28 de Julio de 2017
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ANIVERSARIO
DE CARLOS TADEO NUNES
MENSAJE
DE SAN JUDAS APÓSTOL
“Amadísimo hermano CarlosTadeo, hoy, vengo nuevamente del Cielo para bendecirte y para decirte:
‘Felicidades, feliz aniversario, que todas las gracias y todas las bendiciones
del Cielo caigan hoy sobre ti.’
Amado hermano Mío, cómo
te amo, no puedes imaginar cuán grande es el amor que tengo por ti y lo cuanto
te defiendo, cuanto te protejo, cuanto te quiero bien.
Queda sabiendo que cuando
Yo estaba predicando, anunciando la buena nueva del Evangelio por todas partes,
cierta vez llegué a una Ciudad y comencé a predicar el Evangelio. Muchos
habitantes de aquella Ciudad se convirtieron, sin embargo, otros no quisieron
convertirse; y viendo que perderían muchas almas para la fe de Nuestro Señor,
pues, ellos eran sacerdotes de dioses paganos, tramaron Mi muerte.
Sí, un día, Me esperaron
en una calle desierta, Me golpearon tanto que Me juzgaron muerto, pero por la
gracia de Dios y por el auxilio de Mi Reina Santísima, sobreviví. Ella vino a
Mí, Me apareció y Me dio fuerzas para poder levantarme y proseguir Mi camino. Y
mientras Ella hablaba Conmigo, Me mostró a ti amado hermano, Me mostró tu
futura obediencia a Ella, tu futuro amor a Ella y al Señor. Y el conocimiento
de que tú serías el fruto de todos aquellos dolores, de todos los sufrimientos
que padecía, Me confortó y Me dio nuevo ánimo para seguir en frente.
Sí, consolaste muchísimo
Mi Corazón en aquel momento. Sí, en aquella visión, a pesar de que Mi cuerpo
estuviese todo reducido a un solo dolor y a una sola llaga, Mi Corazón
re-jubiló y entonces, verdaderamente, recobré ánimo y Me puse en frente
anunciando la buena nueva del Señor.
Mi Reina Santísima
desapareció y volvió junto a San Juan Apóstol con los Ángeles que la
acompañaban en la Aparición y entonces, tomando de nuevo Mi cayado, seguí en
frente anunciando la buena nueva del Señor.
Volví para la misma
Ciudad y entonces, prediqué aún con más fuerza el Evangelio de Nuestro Señor
Jesucristo. Aquellos Mis perseguidores viéndome aún vivo, se admiraron mucho,
pero incluso así no quisieron convertirse. Entonces, ellos tramaron una cosa
mucho peor contra Mí, levantaron contra Mí falsas acusaciones, sobre todo, forjaron
un robo de algún objeto de un rico señor y Me llevaron al tribunal, al juicio. Y
entonces, decretaron que Yo debería ser apedreado. Pero Mi Reina Santísima no
permitió, Ella los tornó rígidos como estatuas de piedra, de modo que Yo pude
alejarme de aquella Ciudad e irme lejos para otra región, salvando así la Madre
del Cielo Mi vida. Pero en el juicio sufrí mucho y ya tenía como cierta la hora
de Mi muerte, ofrecí entonces aquella gran angustia por ti.
Ve amado hermano Mío cuanto
te amo y cómo todo ofrecía Yo por ti. Debes por lo tanto sentirte feliz, porque
esos Mis méritos pertenecen también a ti y puedes disponer de ellos para
alcanzar muchas gracias para ti. Todo aquello que fuere Voluntad del Señor y
que pidieres a Él por esos Mis méritos, por los méritos de esos Mis
sufrimientos, todo te será concedido.
Pide el aumento de la
Llama de Amor en ti y eso será dado. La Llama de Amor es lo que más debes
pedir, es lo que más debes desear. Para poseer esa Llama de Amor de la Madre de
Dios, esa misma gracia que Yo poseía en grado tan grande, en gran intensidad y
plenitud, para poseerla, debes renunciar a todas las cosas terrenas que te
impiden de poseerla, que ocupan un lugar en tu corazón, que debe ser sólo de
ella y todo lo que enfría esa Llama en tu corazón. Así, esa Llama entrará en tu
corazón, crecerá y arderá grandemente y poderosamente, e inclusive esa Llama
calentará los corazones fríos que estuvieren a tu alrededor.
Toda alma de buena
voluntad, toda alma que fuere de la verdad y predestinada, aceptará los
Mensajes de la Madre de Dios que tú divulgas y aceptará la Llama de Amor de
Ella, será fiel a Ella. El alma que no fuere de la verdad, que no fuere de
buena voluntad, esa alma rechazará el Mensaje de la Madre de Dios y todo lo que
hablas, porque ella es hija de las tinieblas y el alma que es hija de las
tinieblas, no se aproxima de la luz y tiene odio de la luz.
Por eso Mi hermano, no te
desanimes por causa de esas almas frías y duras. Ve siempre en frente en busca
de aquellas almas que son de la luz y están apenas esperando el anuncio de la
luz, el brillo de la luz, para correr para ella. Sí, tú eres una luz que la
Madre de Dios encendió en el mundo juntamente con Nuestro amadísimo Marcos,
para iluminar la tierra en este tiempo de tantas y tan densas tinieblas. Ve en
frente, adelante y no temas. Yo estaré siempre contigo y nunca te dejaré.
Hoy, en el día de tu aniversario,
derramo una copiosa lluvia de bendiciones sobre ti, frutos de esos Mis méritos,
de esos sufrimientos, de esos martirios que Yo padecí por Nuestro Señor y por
Nuestra Reina Santísima. Todos esos méritos, aplicados sobre ti, se tornarán
gracias abundantes del Sagrado Corazón de Jesús, del Corazón Inmaculado de María
y del Corazón de San José.
Sí, y esas bendiciones
permanecerán contigo por toda tu vida hasta tu partida de este valle de
lágrimas. Hoy fuiste muy enriquecido por Mí, muy enriquecido por la Madre de
Dios, muy enriquecido por todo el Cielo; Ella, Nuestra Reina Santísima, te manda
felicitaciones, abrazos y muchas bendiciones por tu aniversario.
No temas nada, porque
todo el Cielo está siempre cuidando de ti. Ama siempre más a aquella que te amó
primero y siempre te amará. Ama a tu hijo Marcos, que incluso cuando no sabías
que él te quería para su padre, ya te amaba, ya te amaba mucho. Ama el hijo de
las profecías de la Madre de Dios, ama el hijo de la promesa, el hijo de la
esperanza de la Madre de Dios, para que entonces, por intermedio de él, puedas
recibir aún más la benevolencia, el agrado, el beneplácito del Señor y de la
Madre de Dios.
Todo aquél que ama a un
apóstol de Cristo, ama al propio Cristo. Él mismo dijo en el Evangelio: ‘Quién
los recibe, me recibe. Quién los odia, me odia. Quién los desprecia, me desprecia.’
Muy bien, si tú amares a este hijo predilectísimo del Sagrado Corazón de Jesús
y de la Madre de Dios, estarás amando al propio Dios, a la propia Madre de
Dios, que a él aparecen y que lo escogieron para ser su porta voz, su
embajador, su mensajero y su hijo predilectísimo en la tierra.
Debes sentirte feliz,
porque nunca se oyó decir que una reina diese a cualquiera, un hijo suyo
predilecto. Sí, una reina no da ni su hijo, ni ningún bien que es muy caro a su
corazón, a ningún otro. La Reina del Cielo dio a ti amado hermano, a aquél que
es Su hijo predilectísimo, Su benjamín, Su serafín predilectísimo de amor y el
hijo que durante 26 años da a Ella: inmensa gloria, consolación, amor, fidelidad
y alegría, y sobre el cual posa la mirada de Ella. Sí, fue en él, en los ojos
de él, que Ella reflejó Su bulto bellísimo y luminoso, para que toda la
humanidad pudiese verla y creer en Ella. Sí, nunca se oyó decir que nadie
hubiese tenido en sus ojos reflejado el bulto bellísimo de la Madre del Señor.
En los ojos de este tu
hijo, ese gran milagro aconteció, no una, pero muchas veces, porque él es
verdaderamente el espejo clarísimo, limpísimo, purísimo, donde la Madre de Dios
puede reflejarse para que todos puedan ver Su presencia, conocer Su Amor, ver
Su luz, vislumbrar Su luz. Sí, este es el hijo que la Inmaculada te dio, alegre
tu corazón, porque Ella hizo a ti una gran honra, deferencia y gracia que no
será dada a ningún otro mortal.
Exulta de alegría, porque
si eso hubiese sido dado a San Alfonso, Él habría muerto de amor. Si eso
hubiese sido dado a Mí, por ejemplo, Yo moriría traspasado por una lanza
ardiente de divina alegría y amor. Debes pues amado hermano, sentirte feliz,
rico y extremamente, sumamente amado por la Santísima Trinidad y la Madre de
Dios, que te favoreció de un modo sin igual. Continúa en el camino de la
gracia, de la santidad, de la oración y del amor.
Rece el Rosario, rece
siempre Mi Coronilla. Por esas oraciones, mucho aún lucrarás y recibirás de la
bondad divina.
Yo, Judas Tadeo, te
bendigo y te cubro con Mi Manto de amor ahora: de JERULASÉN… de NAZARET… y de
JACAREÍ.”
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