03 de Marzo del 2024
Mensaje de la Reina y Mensajera de la Paz al Vidente Marcos Tadeu.
Jacareí SP Brasil
Web de las apariciones:
https://www.apparitionstv.com/
(María Santísima): “Mis hijos, vengo hoy nuevamente por la boca de Mi siervo, a través de su corazón donde resido, a dar Mi mensaje a todos ustedes.
Soy la Madre de todos ustedes. Una madre hace todo por sus hijos y Yo he hecho todo por la salvación de la humanidad.
Aparecí, lloré, Me manifesté en tantos lugares del mundo, pero la humanidad siguió todo el tiempo rechazando Mis mensajes y Mis manifestaciones de amor.
La humanidad nunca entendió el motivo de Mis lacrimaciones, nunca entendió que Mis lágrimas hasta de sangre son la explosión del dolor de Mi Corazón Materno, por ver que a cada hora que pasa, un hijo Mío se aleja de Mi Corazón y se pierde y se vuelve esclavo de Satanás por el pecado y Satanás proclama victoria sobre aquella alma.
Sí, a cada hora que pasa, más un hijo se pierde y no hay almas que intercedan y que recen por la salvación de esas almas en la misma medida en que ellas se pierden en el pecado.
Mis lacrimaciones son también el aviso doloroso de Mi Corazón, de que un gran castigo vendrá para punir a la humanidad entera por tantos crímenes y pecados que se cometen.
Sí, el castigo que yo profeticé en Akita, en Japón, se realizará tan cierto como se realizaron los milagros, las curas milagrosas que yo realicé en Lourdes y como fue tan real y verdadero el milagro de la llama de la vela que no quemó la mano de Mi hijita Bernadette y de Mi hijito Marcos.
Sí, en esas dos criaturas que escogí en Lourdes y aquí, di al mundo entero el Gran Milagro, la Gran Señal que confirma que Mis Apariciones no son ilusión de estas criaturas, pero una verdad, una realidad ciertísima, total y que todo aquello que yo he profetizado y anunciado en Mis Apariciones también se realizará.
Por eso, conviértanse Mis hijos, porque el gran castigo está próximo.
Cambien de vida, cada uno examine su conciencia, vea las malas obras de sus manos y renuncie a ellas, purificando el cuerpo y el alma por la penitencia y por la oración.
No solo es necesaria la oración, pero oración y penitencia. Sin penitencia, nadie podrá salvarse.
Imiten a los Santos en la vida de oración y penitencia, y serán felices en la otra vida a mi lado en el Cielo.
Quién no pueda salvarse por la inocencia, sálvese por la penitencia.
¡Salven sus almas! No hay nada más importante que eso.
¿De qué sirve al hombre ganar el mundo entero si su alma cae en el infierno?
Por eso, recen, recen sin descanso y hagan penitencia, sometiendo la carne al espíritu y buscando las cosas de lo alto para las cuales ustedes fueron creados.
Toda tragedia, todo castigo, todo el futuro tenebroso puede ser cambiado por la fuerza de la oración y de la penitencia. Por eso, recen y hagan penitencia.
Peniténciense, y entonces, todos los castigos se cambiarán en gracias radiantes para el mundo y un futuro de felicidad y paz vendrá para todos ustedes.
Llamé a Mis hijos innúmeras, millares de veces a la conversión aquí, pero nunca fui oída. Mis mensajes fueron despreciados y escarnecidos, pero ya llega el tiempo en que quién escarnecerá de esos tontos serán los demonios, que los encadenarán con cadenas de fuego y los arrastrarán para las llamas eternas.
¡Penitencia y más penitencia!
Si las almas que están en el infierno pudiesen volver a la tierra para hacer un día de ayuno que fuese, para rezar un rosario fervorosamente que fuese, ya no irían más para el infierno, pero ellas no pueden más salir de allá.
Se tornaron sabias, pero ya era demasiado tarde cuando se dijeron a sí mismas: “Si yo hubiese rezado, si yo hubiese hecho penitencia, si yo hubiese usado mis días para hacer buenas obras y salvar mi alma, para tener méritos, pero ahora es tarde para mí.”
Mis hijos, no cometan el mismo error. Tórnense sabios ahora, renuncien a todos los pecados de estimación de ustedes, renuncien a todo y busquen la santidad, pues, nada es más importante sobre la tierra que desear el Cielo.
Deseo que recen el Rosario meditado número 113 dos veces y que recen la Hora de la Paz número 96 tres veces por la paz del mundo. Y especialmente, que recen por la paz de Mi Pueblo de origen, Israel, que yo tanto amo y el cual deseo llevar al conocimiento de Mi Hijo Jesucristo.
A todos bendigo con amor: de LOURDES… de PONTMAIN… y de JACAREÍ.”
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