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MENSAJE DE SAN GERARDO MAYELA
"Amados Hermanos
Míos, Yo, Gerardo, Siervo del Señor y de la Madre de Dios, Me alegro por poder
venir hoy una vez más al encuentro de ustedes, para bendecirles, para darles Mi
Mensaje, para derramar sobre ustedes la Paz.
Hoy quiero
decirles: “Derroten al demonio”, derrótenlo
con el corazón, derrótenlo con la vigilancia, buscando estar atento a todo
momento a su tentación, a sus malas sugestiones y buscando alejarlas y
derrotarlas lo más rápido posible con la Oración, con la meditación y sobre
todo, evitarán toda la tentación y por lo tanto, evitarán todas las cosas que traen
la tentación remota para convertirse en una tentación próxima en la vida de
ustedes. Si ustedes tuvieran esta vigilancia sobre el alma de ustedes, sobre
ustedes, evitarán toda la tentación y por lo tanto, evitarán toda ocasión de caer
en pecado mortal y entonces será más fácil para ustedes conservarse en la
Gracia y en la Amistad de Dios y de Nuestra Reina María Santísima.
Derroten al
demonio con la penitencia, con el sacrificio y sobre todo, con la mortificación
de la voluntad de ustedes, renunciando a todas sus malas inclinaciones, a todas
sus voluntades desordenadas, a todo movimiento interior que es contrario a
Dios, contrario a Su Palabra, contrario a Nuestra Reina María Santísima y Sus
Mensajes, haciendo así, con que verdaderamente la voluntad y el pensamiento de
ustedes confluyan para la voluntad y pensamiento del Señor, entonces, vencerán
al demonio y a todas sus sugestiones nefastas y entonces el alma de ustedes caminará
en la ruta de la Gracia, en la ruta del Amor Divino sin tropiezo, sin ninguna
caída.
Derroten al
demonio, meditando mucho, leyendo e imitando la vida de los Santos, en el
tocante amor inflamado que Ellos tuvieron a Dios, en la huida y en el horror
que Ellos tuvieron de todo pecado, en el amor y en el gusto que Ellos tuvieron
en la Oración, en el Celo que Ellos tuvieron por la salvación de su propia alma
y la de los otros. Y entonces, ustedes verdaderamente vencerán al demonio,
aplastándolo debajo de los pies de ustedes, como Yo mismo hice en unión con
María Inmaculada.
A todos en este
momento les bendigo con amor, bendigo de modo especialísimo a todos los que hoy
con amor escuchan Mi Mensaje con el corazón abierto diciendo “Sí”. Y también te
bendigo Marcos, el más esforzado y dedicados de los Siervos de la Madre de Dios
y el más Querido de Mis Amigos y de Mis Devotos y sobre todos ustedes derramo ahora
una extraordinaria, una inmensa lluvia de Bendiciones y Gracias del Cielo"
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