Jacareí, 19 de Diciembre del 2015
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MENSAJE
DE SANTA LUCÍA
“Mis Amados Hermanos,
Yo, Lucía de Siracusa, Me alegro por venir hoy una vez más a darles Mi Mensaje
y Mi Bendición.
Dios es Amor, el Amor
es Dios, y solamente aquel que tiene el Amor en el corazón puede encontrar a
Dios, solamente por el Amor, Dios puede ser encontrado. Y ¿Qué es el Amor a
Dios? Hacer Su Voluntad y renunciar a la de ustedes. Renunciar a sus opiniones
y aceptar la de Él, cumpliendo amorosamente Su Voluntad con alegría. Solamente
en éste Amor y por éste Amor, es que el hombre puede encontrar a Dios, puede
sentirlo, puede unirse con Él.
En el principio de la
conversión de cada persona, Dios se revela a ella con toda Su Bondad, con todo
Su Amor, con todo Su Cariño, para hacer que Su Hijo y Su Criatura entiendan y
conozcan cómo es grande Su Amor y lo cuanto Él es el propio Amor.
Entonces, el alma
enamorada por Dios, le abre su corazón, lo ama, lo busca, al principio aún
queriendo las Gracias de Dios, los favores de Dios, queriendo hasta incluso la
recompensa eterna. Pero después, éste Amor crece, madura y se torna el Amor que
ama a Dios, porque Él es digno de ser amado, porque Él, Nuestro Padre, merece
todo nuestro amor, merece toda nuestra adoración, merece todo nuestro servicio,
merece todo nuestro cariño.
Para que el alma llegue
en este Amor Perfecto, el Amor Filial, debe recorrer un largo camino: camino de
renuncia al propio “Yo” y al propio querer, la propia opinión, renuncia al amor
interesado, que solo busca a Dios por Sus favores, recompensas, Gracias y
señales, para buscar finalmente a Dios por Él mismo, porque Él es digno de ser
amado y de ser servido por todos Sus Hijos.
Y lo mismo se da con
Nuestra Reina Santísima. Luego en el inicio de la conversión de una persona,
Ella se revela al alma con todo Su Cariño, con todo Su Amor, con todas Sus
Gracias. Y como se dice en el Cantar de los Cantares: “Con apenas una de Sus
miradas, con apenas uno de Sus cabellos, o sea, con apenas un movimiento de Su
Gracia y de Su Llama de Amor, toca el alma, inflama el alma, enamora el alma
por Ella.”
Y entonces, el alma
busca a María Santísima porque Ella es Bella, porque Ella es Bondadosa, porque
Ella es Amorosa, porque Ella es Medianera de todas las Gracias, porque Ella es
el canal de todas las Gracias de Dios, porque es la Reina del Cielo y de la
tierra.
Busca en Ella en primer
lugar el amor que aún quiere buscar recompensa, buscar Gracias, buscar señales,
buscar algo a cambio del servicio y de las oraciones hechas a Ella. Después
éste Amor crece, madura y finalmente se torna el “Amor-Amor”, o sea, el Amor
que busca a ésta Madre por Ella misma, porque Ella es digna de ser amada,
obedecida y querida por todos Sus Hijos, por todo lo que Ella hizo, por todo lo
que Ella sufrió por la salvación de todos junto con Jesús. Por Su vida de donación
continua, desde Su infancia hasta Su Asunción y después de la Asunción, Su vida
de donación, que continúa por los siglos afuera, durante todos estos años,
donándose continuamente, luchando por la salvación de Sus Hijos, rogando,
intercediendo y luchando por el Bien, por la Felicidad Eterna de todos.
El alma entonces
comprende cuánto debe a ésta Madre, cuánto ésta Madre hace por ella y entonces,
ella se siente inclinada, deseosa de amarla, de corresponderla, de
verdaderamente darle el Amor-Amor, sirviéndola por Ella misma, porque Ella es
digna de ser servida, amada por un alma con todo su corazón y con todas sus
fuerzas.
¡Es a éste Amor que
Nosotros estamos aquí! Llevándoles a todos, a todos ustedes. Pero muchos
insisten en no querer crecer en el amor, insisten en no querer madurar en su
amor. ¡Eso no puede ser!
Un Santo, un Santo
tiene que tener un Gran Amor a Dios, un Gran Amor a Su Madre, el Amor-Amor, que
los busca, que los busca por Ellos mismos, sin esperar nada, sin querer nada. Es
el Amor desinteresado, es el Amor Filial, que es profundo, que es intenso, que
es verdadero, que es grande, que es perseverante, que es inmortal.
Es éste Amor que Dios
busca en ustedes, que la Madre de Dios busca en ustedes aquí y es éste Amor que
Nosotros, los Santos, tanto les hemos enseñado aquí y buscado crear en sus
corazones, pero cuántos aún insisten en no crecer.
¡Es necesario crecer en
el Amor! Por eso Mis Amados Hermanos, lo que les pido hoy es: “Recen, recen y
recen con toda su fuerza de voluntad, pidiendo la Gracia del Verdadero Amor,
del Amor-Amor, del Amor que se dona, que se da a Dios, que se da a Nuestra
Reina Santísima, porque Ellos merecen ser amados y merecen ser servidos por
ustedes con todo el corazón.”
Es éste Amor lo que Yo
quiero crear en ustedes. Recen, recen mucho con el corazón, para que
verdaderamente éste Amor vaya creciendo dentro de ustedes. Y nunca se olviden: “La
Llama de Amor sólo crecerá dentro de sus corazones, si ustedes todos los días
hacen el ejercicio constante de donarse totalmente a Dios y a la Madre de Dios,
renunciando a la voluntad de ustedes, a su opinión y aquello que es mejor para
ustedes, para pensar sólo en Ellos y para querer solamente lo que es mejor para
Ellos.”
Así, el amor de ustedes
será bello y éste Amor un día les transformará en un alma de fulgurante y
radiante belleza en el Paraíso, porque lo que torna a todas las almas
bienaventuradas, bellas en el Paraíso, es el Amor Sobrenatural en pura
transformación.
Abran por lo tanto, sus
corazones a éste Amor, cultiven en sus corazones éste Amor y deseen crecer en
éste Amor más y más todos los días, con toda la fuerza de su voluntad.
Digan a todos que deben
convertirse lo más rápido posible, porque el Castigo está a las puertas, el
tiempo acaba y muy pronto oirán sonar la primera trompeta de la Justicia de
Dios.
A todos les bendigo con
amor: de SIRACUSA… de CATANIA… y de JACAREÍ.”
(Marcos): “Hasta pronto.”
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