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MENSAJE DE SAN GERARDO MAYELA
“Amados Hermanos Míos,
hoy, Yo, Gerardo Mayela les invito nuevamente a que se dejen tomar por el Amor
de Dios, inflamar por este Amor. Este mismo Amor que Me hacía pasar tantas
noches en vigilia en la Iglesia amándolo, en dulce intimidad con Él, este Amor
que Me quemaba interiormente como un fuego que, cuanto más se consumía, más
ardía en Mí y cuanto más Yo era consumido por este fuego, más deseaba ser
consumido por Él, más deseaba arder en llamas por el Señor, por la Madre de
Dios.
Este Amor que Me hizo
despreciar todo lo que era vano, todo lo que era fútil, todo lo que era
vanidad, todo lo que era sensual, todo lo que era carnal en este mundo, para
vivir más en el Espíritu que en la carne. Este Amor que cuando está encendido
dentro de un alma le eleva, le traspasa, le extasía, le hace vibrar de amor por
Dios y por la Madre de Dios, le encanta, le fascina y le torna fascinada por
las Cosas Celestes. Este Amor que cuando está presente dentro de un alma, hace
con que ella desprecie alegremente todas las cosas vanas de este mundo, todos
los placeres carnales y sensuales para hacerla amar más las Cosas Divinas, las
Cosas Celestes, las Cosas Santas y en ellas encontrar su alegría, su gozo, su
placer, su júbilo, su propia Paz
Cuando este Fuego de
Amor está presente dentro de un alma, ella ya no vive más en sí misma, pero
vive en Dios y Dios viven en Ella y era así que Yo vivía en Mi ciudad en Muro
Lucano y después cuando Me consagré totalmente al Señor y a Su Madre en la vida
consagrada viví todavía más intensamente. Ésta vida, todos ustedes, hasta los
que trabajan, estudian y tienen familia para cuidar, todos ustedes pueden
vivir. ¿Cómo? Dejando el amor de Dios y la gracia de Dios actuar en ustedes,
dejando éste amor entrar en sus corazones con toda su fuerza y transformándoles
enteramente hasta darles la semejanza del propio Sagrado Corazón de Jesús.
Pueden vivir en el mundo sin ser del mundo, pueden utilizar de las cosas del
mundo sin que sean utilizados por ellas, pueden estar en el mundo sin ser
esclavos del mundo. Era así que Yo era, fue así que Yo viví y ustedes también
pueden vivir así para que lleguen a la santidad.
Dejen, pues el amor de
Dios entrar en sus corazones por medio de una vida de oración intensa, de
intensa intimidad con Dios, intenso amor, lectura de la vida de los Santos,
Meditación de los Mensajes y sobretodo,
conformando la voluntad de ustedes con la de Dios, cosa sin la cual el Amor de
Dios no puede entrar en sus corazones y no puede actuar en su corazón, sin eso
la unión de sus almas con Dios y el amor sobrenatural en pura transformación
dentro de ustedes no puede, no puede existir, no puede vivir, no puede
permanecer.
Entonces, levanten sus
corazones a lo alto, para que el corazón de ustedes verdaderamente esté con
Dios y Dios esté con ustedes. Recen el Rosario con todo su corazón. Cuanto más
Yo rezaba el Rosario con el corazón, más Yo Me sentía quemar, inflamar por el
Amor de Dios y `por la Madre de Dios, no hay oración más poderosa para hacer
con que el amor de Dios entre en un corazón y en el crezca, de que el
Sacratísimo Rosario rezado con el corazón.
Yo, Gerardo, estoy aquí
en éstas Mis Apariciones en Jacareí, para enseñarles el camino que conduce a
Dios, enseñarles el camino de la perfecta unión con Dios. Yo soy el amigo de
ustedes, Yo Soy el hermano de ustedes, Soy el Maestro de ustedes, Soy también el
modelo de ustedes, dejándose guiar por Mí, dejándose conducir por Mí al Señor,
dejándose formar por Mí en la Oración, en la intimidad con Dios, en la perfecta
obediencia de Él. Sigan Mi Ejemplo dejando todo por todo, o sea, dejando todas
las cosas vanas por Nuestro verdadero todo que es Dios.
Yo daré a sus almas la
semejanza de Mi propia alma santa, si ustedes se dejaran conducir, guiar y
formar por Mí. Dios es luz, Dios es vida, Dios es y Dios desea ser en ustedes,
vivir en ustedes y ustedes también deben ser y vivir en Dios.
A todos en éste
momento, bendigo con amor, derramando sobre ustedes todas las bendiciones que
la Santísima Trinidad hoy Me dio para derramar sobre ustedes”
(Marcos): “Hasta
pronto, amado San Gerardo mío”
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